martes, 13 de septiembre de 2011

Relato de un Martes 13

Yo no soy supersticiosa. No creo en esas cosas. Da la casualidad que hoy es Martes 13, nada más.

Hoy mi sentido de la orientación fue puesto a prueba. En un martes 13 por Capital, sin GPS, sólo con la Guía T, y las amables indicaciones de la gente. Agradezco especialmente al señor que me explicó que la 9 de Julio es el 1000, y cómo llegar a la calle Arenales. Además, por el accidente de Flores, tardé 3 horas para ir a Caballito, y otras 3 para volver.

Pero empecemos por el principio. Me levanté y, después de bañarme, prendí la tele. ¡Último momento! Accidente de tren en la estación de Flores. Dos formaciones embistieron un colectivo. Muchos heridos, no se sabía aún si había muertos. Servicio interrumpido. Sólo funcionaba de Moreno a Liniers, y de Liniers a Moreno, pero el vocero de TBA aconsejaba no utilizarlo, ya que podían presentarse demoras y cancelaciones sin previo aviso.

Bueno, yo ahí pensaba qué otras alternativas tenía. Salí de mi casa un rato más temprano que de costumbre y me tomé un colectivo. No quería arriesgarme con el tren, y además, si Liniers siempre es un caos, ahora que era la última estación debía estar peor. Iba escuchando Día Perfecto. En eso Ernestina dice que hay más de 100 heridos y 6 muertos. Al rato confirma 7, entre ellos un nene de 2 años.

Llegué una hora tarde a trabajar. El colectivo estaba llenísimo, la autopista también. Del subte no me puedo quejar, pero estuve un buen rato también ahí. En fin, una vez que logré presentarme en la oficina, me explicaron lo que debía hacer y adónde tenía que ir, y me fui.

Me tomé el subte. Me equivoqué y me fui una estación para atrás. Retomé y llegué a mi primer destino. Después caminé por dos horas, yendo y viniendo, hasta que completé mis tres misiones, y emprendí el regreso. Estuvo bien, llegué sin problemas a todos las direcciones que tenía en la lista, aunque en varias ocasiones me desorienté un poco, caminé alguna cuadra para el lado incorrecto, esas cosas.

Un hombre grande, con el pelo blanco, muy amable, me vio medio perdida y me preguntó para dónde tenía que ir. Arenales al 1300, le dije. Me explicó que la 9 de Julio es el 1000, desde el antiguo Buenos Aires, porque se planificó de esa forma. Así que de ahí sacás la altura de las calles que la cruzan. Y después me dijo: "Si querés, en lugar de ir por Arenales, esa cuadra hacela por Santa Fe, que es más piola para caminar, podés mirar ropa".

Cuando terminé me volví en subte. Estuve un rato en la oficina y diez minutos antes de mi horario de salida, busqué en Google alguna forma de volver a casa. Caminé otro rato más. Me tomé un colectivo que iba a Ramos.

Iba parada, con el vehículo nuevamente llenísimo. En los dos asientos delanteros, un hombre y una señora de pelo cortito, rojo oscuro y lentes de solo. Sube una chica embarazada, el señor se levanta y le da el asiento. Al rato la chica se baja. Se sienta una mujer rubia. Más tarde sube otra chica, esta vez con un bebito. La mujer rubia que se acababa de sentar se levanta y le da el asiento. En Flores sube una viejita con bastón, que pide que la dejen pasar para poder agarrarse. Nunca que la señora del pelo rojo que se había quedado sentada todo el viaje se iba a parar. No. Una mujer que estaba cerca mío se levantó y la dejó sentarse. "Ay, esta es la pierna que me duele", dijo la señora cuando levantaba un pie para sentarse. Pobre, no podía ni caminar.

Entre Liniers y Castelar, el colectivo para. Sube gente. Un chico, haciéndose el boludo como quien va a sacar boleto, en un segundo le saca el celular a la mujer de pelo rojo y se va corriendo. Me quedé re sorprendida en un principio. Todos los que habíamos presenciado la escena teníamos los ojos redondos, y muchos comentaban la facilidad con que el ladrón logró su cometido. "¡Pero qué sinvergüenza!", excalmó alguna señora.

Llámenme insensible, o como quieran, pero debo admitir que, si bien me afligió el robo fugaz de ese celular, no pude evitar pensar "eso le pasa por egoísta". Esa mujer no se había dignado a ofrecer su asiento en toda una hora que duró el viaje, en ninguna de las tres oportunidades que se le presentaron.

Me bajé en Ramos, me compré un jugo de naranja en cajita y me tomé el tren. Ya funcionaba bien entre Moreno y Liniers. Encima no había tanta gente, y era gratis.

Cuando llegué a casa me enteré de que los muertos del accidente fueron 11, los heridos más de 200, y que la barrera no estaba baja. No sé qué habrá pasado. No sé cuál será la solución para que no pase. Supongo que debe ser que todo funcione como debe ser. Que la barrera esté baja el tiempo que debe estarlo, no más. Que los conductores respeten las señales. La gente lo mismo. ¿Será mucho pedir?

1 comentario:

Nuria Ruesta Zapata dijo...

Hola Nuri q gusto. Mi nombre también es Nuria y también tengo un BLOG. Me gusta tu estilo. Bastante dinámico y fresco. Te felicito por ello. De pasadita te dejo la dirección para q cuando tengas un tiempito me visites. Te divertirás mucho. www.nurinotas.com Vivo en Perú, en la bella ciudad de Tarapoto. Éxitos y cuídate mucho. Besitos!